Bee Gees - Night Fever (1977)
Saturday Night Fever es una película estadounidense de 1977, dirigida por John Badham y protagonizada por John Travolta y Karen Lynn en los papeles principales, con banda sonora de los Bee Gees y cuyo argumento es: Tony Manero(John Travolta) es un joven neoyorquino italo-americano, que tiene un trabajo intranscendente como dependiente de una tienda de pinturas, pero su vida cambia los Sábados por la noche bailando en la discoteca Odisea 2001, donde es una estrella. Allí conoce a Stephanie Mangano(Karen Lynn), que se transforma en su pareja de baile para participar en un campeonato que se realizará en la discoteca. El intenta una relación amorosa, pero ella, con más educación que él, lo rechaza a pesar de sentirse atraida por él, y planea cambiarse de barrio buscando mejores oportunidades, pero acepta ser su compañera de baile.
GREASE (1978)
"You're The One That I Want" (Tú eres el que deseo, en español) es una canción escrita por John Farrar para la película Grease en 1978 (versión en película del musical Grease, también escrito por él). Fue interpetada por John Travolta y Olivia Newton-John.
Fue número uno en el Reino Unido por nueve semanas, y en el 2005 fue colocada en el puesto número seis de las canciones más vendidas de la historia en aquel país. También en el Reino Unido, el disco del cuál era parte vendió alrededor de 1.975.000 copias, siendo disco de platino. También logró el puesto número uno en el Billboard Hot 100, el ránking de Estados Unidos por una semana. Era la segunda canción del soundtrack de Grease. Solamente en EE.UU., el Reino Unido, Francia y Alemania ha alcanzado ventas mayores a los 6.000.000, lo que lo convierte en uno de los sencillos más vendidos de todos los tiempos
Demis Roussos
Desde hace dos generaciones, los Roussos se habían instalado en Egipto y fue el 15 de junio de 1946 cuando nació en Alejandría Artemios Venturis Roussos. Sus padres Olga y Georges, ambos de origen griego, nacieron también en ese país al que sus abuelos habían llegado en los años 20. Según la costumbre griega, el recién nacido lleva el nombre de su abuelo paterno y Demis es el diminutivo de Artemios. Surgido en el centro de una comunidad ortodoxa, vive en medio de una ciudad musulmana desde su infancia, lo impregna la música folklórica y Demis experimenta las influencias bizantina y árabe. Atraído por el canto, forma parte del coro de la iglesia griega bizantina de Alejandría y canta en él durante 5 años en calidad de solista; paralelamente, estudia solfeo y aprende a tocar la guitarra y la trompeta. Todo se desarrolla lo mejor posible cuando, en 1961, estalla el asunto de Suez. Los residentes en Egipto deben abandonar el país y los Roussos -cuyo padre es ingeniero en una compañía de construcción inmobiliaria- vuelven a su patria de origen, Grecia. Sólo pensando en la música, Demis desespera a su madre que le busca la mejor escuela de Atenas, y a los 17 años forma su primer grupo “The Idols”, en el que toca la guitarra y el bajo. El grupo se compone de Jo, su primo, de Natis Lalaitis, Nikos Tsiloyan y de Anthony.
La casualidad quiere que un día, Demis sustituya durante un breve momento al cantante del grupo, interpreta entonces un negro espiritual “The house of the rising sun” y otro gran éxito de aquella época “When a man loves a woman”. De entrada, Demis conquista al público con su voz. Invadido por un gran deseo de ser independiente, siente madurar la necesidad de asegurar su propia vida. Por consiguiente, grupos y clubes forman parte de ahora en adelante de su vida cotidiana. El encuentro con Lucas Sideras y Argyris Koulouris lo llevará a tocar los éxitos internacionales de la época en las discotecas y los clubes. El gran viraje de esta vida musical se concretizará en el verano de 1966, con su encuentro con Vangelis Papathanassiou. Una canción hará descubrir a éste último la voz única de Demis. En el seno de su grupo canta cada vez más a menudo como solista. Sin embargo, sigue manteniendo el contacto con Vangelis. Estos músicos jóvenes, privados de la actividad musical internacional, comprenden muy rápidamente que una carrera interesante sólo puede realizarse fuera de su país.
Demis Roussos - Forever & Ever 1973
De cuando cuarenta y cinco artista fueron el mundo
Ante tanta hipocresía repetida, no puedo dejar de rebelarme y, ya que de recordar los (mis) grandes hitos de los años 80 se trata, nada mejor que oponer aquella iniciativa musical que, de la mano de Stevie Wonder, Michael Jackson, Lionel Richie, Harry Belafonte y Bruce Springsteen, reunió a casi medio centenar de artistas para concienciar a la humanidad entera de la dramática situación que soportaban a diario millones de personas en África.
Con este gesto, pretendían recaudar fondos para la Fundación USA for Africa (que era la Unión de Artistas en apoyo de África y no Estados Unidos por África—. Además de ello, lograron que We are the World llegase al número 1 de las listas de éxito en un tiempo récord y que con el paso de los años acabase convertido en un imitadísimo himno por la solidaridad. Lástima que casi 30 años después, la situación en muchas partes de África no haya cambiado casi nada.
USA for Africa, We are the World, 1985.
La muerte de Chanquete
“Algo se muere en el alma
Cuando un amigo se va
Y va dejando una huella
Que no se puede borrar”
El 7 de febrero de 1982, si no he errado en la fecha, millones de españoles asistieron conmocionados a la muerte de Chanquete en el penúltimo episodio de Verano Azul, serie que en su primera emisión había alcanzado el éxito que la ha llevado a ser una de las más repetidas de la historia de la televisión en España hasta la llegada de los canales secundarios de la TDT.
Posiblemente, el del 7 de febrero de 1982 fue el episodio más emotivo de toda la serie. Y el más triste. El que, en unas secuencias inolvidables, convirtió las Sevillanas del Adiós de Los amigos de Ginés en una canción unida para toda la vida a la memoria colectiva de todo un país. Porque la muerte de Chanquete no fue un duro golpe sólo para los protagonistas de la serie, sino que fue sentido como propio por casi todos sus seguidores.
Desde el 7 de febrero de 1982, aquel estribillo —«No te vayas todavía, no te vayas por favor. No te vayas todavía, que hasta la guitarra mía llora cuando dice adiós»—, con toda su carga simbólica, estará siempre ligado a la magistral serie de Antonio Mercero. A la despedida de Chanquete. Y nos seguirá poniendo la piel de gallina cada vez que lo escuchemos. Y que veamos esas secuencias.
Verano Azul, Algo se muere en el alma (Fragmento), 1981.
ESAS 3 PALABRAS QUE DEBO DECIRTE
“But what it is, is something true
Made up of these three words
that I must say to you
I just called to say I love you
I just called to say how much I care
I just called to say I love you
And I mean it from the bottom of my heart”
este repaso a mis recuerdos de los años 80. Sin embargo, la declaración de amor que contiene la canción que pongo hoy es tan sencilla e inolvidable que no necesita justificación alguna. Sobra decir, por tanto, que formó parte de la banda sonora de la película La mujer de rojo y que se alzó con el Globo de Oro y el Oscar a la mejor canción original.
Ni siquiera, que fue un auténtico éxito comercial y de ventas desde su lanzamiento y desde hace tiempo, un clásico inolvidable. Con recordar que, simplemente, son esas tres palabras que todo enamorado debe decir desde el fondo de su corazón aunque no exista un motivo especial para ello es suficiente. Por eso nunca habrá una declaración de amor más sincera que «I just called to say I love you» —«Solo llamé para decirte que te quiero»—. Y, por eso, siempre maldeciremos que se le ocurriera a Stevie Wonder y no a nosotros.
Stevie Wonder,
I just called to say I love you, 1984.
Una cancion a una teta (falsamente) asociada
Muchas veces
me he preguntado por qué todo el mundo piensa que enseñó la teta mientras interpretaba el playback de esta canción. Francamente, ignoro la respuesta, aunque sí que tengo una teoría: en el estribillo de
Hot girl no encajaba tan bien la alusión al incidente como en el
«Boys, boys, boys, la teta de Sabrina, boys, boys, boys». Y no me mientan. Sé que
todos lo han cantado alguna vez.
Sin duda, las noches de Fin de Año, con sus interminables programas especiales, constituyeron una de las mayores fábricas de mitos televisivos a lo largo de los años 80. Sobre todo, si tenemos en cuenta que no quedaba más remedio que ver la programación preparada por Televisión Española, ya que no existía ninguna otra cadena que pudiera hacerle la competencia.
Dado que son varios los momentos que es obligatorio recordar y a este 2013 le quedan ya menos de 48 horas de vida, vamos a ir abriendo boca con una escena que tuvo lugar en la Nochevieja de 1987 y que fue tema de conversación durante varias semanas entre millones de asombrados españolitos. Porque, aunque hoy parezca mentira, en esa época la aparición de un pecho saltarín en la televisión era motivo de escándalo.
Sí, amiguitos, hablamos de la italiana Sabrina Salerno y de su famosa teta, aquella que se empeñaba en escaparse una y otra vez de su minúsculo corsé en la madrugada del 1 de enero de 1988 mientras cantaba Hot girl —no se me ocurre un título más apropiado—. Porque, por mucho que lo indique el imaginario colectivo, la teta no se le salió en Boys. Y a las pruebas me remito.
Sabrina Salerno, Boys (Summertime Love), 1987.
Sabrina Salerno, Hot girl, 1987
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La cancion que pone banda sonora a una década
“Un día cualquiera no sabes qué hora es,
Te acuestas a mi lado sin saber por qué.
Las calles mojadas te han visto crecer
Y tú en tu corazón estás llorando otra vez.
Me asomo a la ventana eres la chica de ayer,
Jugando con las flores en mi jardín”
Su letra no es nada del otro mundo y técnicamente no debería formar parte de la década —fue compuesta en 1977 y publicada en 1980—, pero sin embargo, con el paso de los años se ha convertido en el himno por aclamación de los años 80. Ha sido versionada decenas de veces y extraño es el lugar o recopilación donde se escuchen éxitos del pop español de la época y no ocupe un lugar destacado.
Porque, de los cientos de éxitos musicales que surgieron en esa década —y muchos de ellos ya pasaron por aquí— ninguno representa tan bien el recuerdo romántico e idealizado de esa época como la composición del desaparecido Antonio Vega que, tras con tan sólo una canción logró marcar de por vida a toda una generación.
Por eso, y porque ninguna otra canción define tan bien lo que fueron los años 80 es de total justicia —y no podría haber sido de otra forma—cerrar el apartado musical de esta bitácora con unos versos que son desde 1980 un auténtico himno capaz de emocionarnos una y otra vez. «Me asomo a la ventana eres la chica de ayer, jugando con las flores en mi jardín. Demasiado tarde para comprender, chica vete a tu casa no podemos jugar».
Nacha Pop, Chica de ayer, 1980.